• Dicen que los sueños expresan en imágenes nuestros anhelos, nuestros deseos... nuestras inquietudes. Siempre has creído que lo que sueñas no es real, ¿estás segur@?
  • Cuando todos duermen, yo sigo despierta... Me gusta la noche… Disfruto con ella. Chicos malos… tened cuidado. ¡Esta zorra anda suelta por la ciudad!
  • El Caribe, cuna de piratas, es un hervidero de actividad. El Lord Arioc, capitaneado por Dagon, surca las aguas de este mar conquistado, indiferente a esas luchas de poder.
  • Valor, coraje y arrojo... Cualidades que definen a Valnelia, una hembra criada en la glymera y nacida para ser una guerrera.
  • Cuando la división entre el mundo humano y el Sheol se reduce a una fina linea entre lo real y lo irreal, un grupo de guerreros se preocupan por mantener el orden.
  • Colección de relatos cortos de diferentes temáticas.

jueves, enero 12

Archivos secretos de la Mansión… Primer encuentro · VI

    Antes de nada, ¡¡¡¡Feliz año nuevo!!! Aunque sea atrasado, ainnnnnns
 
     Tenía pensado hacer esta entrada hace mucho tiempo, pero entre las fiestas, la familia, las comidas, las cenas, el gripazo, etc, al final se me ha complicado el comienzo del año, pero espero estar YA de vuelta con las pilas recargadas, jejeje
 
     No voy a entretenerme mas, aquí os dejo la continuación de la escena, y para mañana os subo el final, espero que os guste y la disfrutéis.
 
     Muchísimas gracias por estar siempre ahí.
 



 
T
omó forma a un par de manzanas del callejón donde había tenido lugar la reunión soltando una maldición. Retiró la mano de la herida y comprobó cómo la sangre se escurría entre sus dedos. El corte palpitaba con intensos latigazos de dolor. Sacó del pantalón los faldones de su camisa para comprobar los daños ocasionados, aunque sabía que lo peor era la laceración interna.
 
—Maldita hembra.
 

Había cometido un error que bajo otras circunstancias no se perdonaría nunca. La había estudiado detenidamente durante mucho tiempo, sabía perfectamente de lo que era capaz y hasta donde podía llegar con ella, y sobre todo sabía que no debía bajar la guardia nunca cuando la tuviera tan cerca, pero lo había hecho cómo con la zorra de su madre. Y ahora pagaba las consecuencias.
Se enderezó y salió a la calle intentando no llamar la atención de nadie; estaba a algo más de un kilómetro de su apartamento alquilado. Comenzó a caminar a pasos largos, los bajos de la gabardina ondeaban con cada fuerte pisada mientras mantenía el rostro escondido entre las solapas alzadas del abrigo. Cuando llegara a su casa podría aplicarse los cuidados necesarios para curarse, mientras debía contentarse con taponarse la herida para no perder demasiada sangre y que eso lo debilitara y lo dejara indefenso.
La cabeza le daba vueltas, indicándole que había gastado más poder del que debía, pero a cada paso que daba alejándose de aquel lugar, más insistía su mente en recordar el breve —pero intenso— encuentro con la jodida Ejecutora.
Tenía las ideas claras para con ella cuando llegó; la haría experimentar el dolor y el sufrimiento, la sometería a su poder hasta que cediera su confianza guerrera, la haría sentir temor y miedo, y por último la haría ansiar su indolencia para dejar de sentir la angustia de la culpa. Pero todo se fue al traste cuando estrechó el cerco sobre ella, cuando su aroma a hembra inundó su nariz haciendo saltar sus instintos de macho, cuando sus manos acariciaron su suave piel y trazaron líneas ardientes sobre su cuerpo.
   Era pura sensualidad enfundada en cuero negro para la que no estaba preparado.
Tenía el mismo efecto embaucador, o más, sobre él que la puta de Lilian, y eso era muy peligroso para su persona. Debía asegurarse el control sobre su propio cuerpo y sobre el de ella para el próximo encuentro, debía protegerse y no cometer los mismos errores que esa noche, porque estaba seguro que la próxima vez, ella estaría prevenida y lucharía, y no estaba tan convencido de su victoria.
No lo había visto llegar, no lo había advertido en ningún momento.
La muy zorra había silenciado su poder con maestría hasta el punto de no sentirlo emerger, y cuando lo percibió, ya era tarde para él; había roto su dominio, lo cual le tenía aún sorprendido. Los años que llevaba escondiéndose de ellos, ocultándolo para que no la localizaran, sin duda la habían adiestrado bien, y eso era una desventaja para él.
Pero había averiguado algo sobre ella que no estaba en sus informes, algo oscuro que se había deslizado por sus ojos, cubriendo su mirada de un brillo peligroso, tan peligroso como él mismo; sádico y cruel. Había descubierto, durante esos escasos segundos que duró, que disfrutaba tanto como él con el dolor. Y ese conocimiento lo había excitado más de lo que esperaba.
Sumido en sus pensamientos, llegó hasta la entrada de su edificio, abrió la puerta del portal y entró al hall, usó el ascensor para llegar a su planta y sacó la llave mientras se acercaba despacio a su apartamento, expandiendo sus sentidos por si la muy zorra lo había descubierto, aunque estaba prácticamente seguro que era imposible que ya lo hubiera hecho. Entró al salón sin encender las luces y lo primero que hizo fue servirse un whisky mientras se quitaba la gabardina y la dejaba tirada en el suelo. Se lo tomó de un trago y su calor exquisito y agradable se deslizó por su garganta, haciéndolo sentirse mejor y más fuerte. Saboreo su sabor dulzón, y su mente viajó de nuevo hasta los labios que hacía un rato había besado, suaves y deliciosos, deleitándose con su sabor, evocando con placer el beso en su mente como tantas veces antes había rememorado los planes que tenía para ella.
Planes que indudablemente podrían ser cambiados…
La haría aceptarlo, sabía que podía someterla, tenía mucho más poder que ella, era más fuerte, y tenía muchísima más experiencia, y si no lo conseguía… la mataría, y también disfrutaría de ello.
Se sacó la camisa de encima y la dejó tirada en el suelo, empapada en sangre junto a la gabardina. Entró en el baño, sacó una cajita negra de uno de los muebles y la dejó sobre el lavabo, después abrió el grifo de la ducha y terminó de desnudarse mientras esperaba a que saliera la caliente.
Cuando la calidez del agua acarició su piel, deslizándose como delicados dedos por su espalda, su miembro —que todavía estaba duro tras el encuentro— palpitó exigiendo su atención. Se apoyó contra los azulejos con el brazo izquierdo estirado y lo rozó con delicadeza con los dedos, como la había tocado a ella, dedicándole unos minutos, después lo agarró con fuerza con la mano y comenzó a moverla con urgencia, buscando culminar lo que había comenzado en el callejón.
El resto podía esperar…

 

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Muchos besotessssssssssssssss

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