He titulado así esta entrada porque os quiero presentar a Val, el personaje con el que empecé a escribir y con el que ya llevo tres años.
Muchas ya la conocéis, me habéis seguido desde el principio, la habéis visto crecer, madurar, ser feliz, sufrir, reír, llorar, divertirse y echar la bronca casi a diario, jajja
Como comprenderéis, le tengo muchísimo cariño. Con ella aprendí a escribir, a darle forma a todas esas ideas que surgían en mi mente y a expresarlas en palabras. Si no hubiera sido por ella, hoy en día estoy segura que no escribiría nada, porque fue la que me lanzó a este mundo de la escritura.
Tú y yo llevamos juntas tres años en esta andadura, muchas gracias, Val, por nacer en mi mente y seguir creciendo cada día.
Os voy a dejar la ultima escena que escribí, recién salida del horno ayer noche, espero que os guste y sintáis el deseo de conocerla aún más. Porque aunque son varios años escribiendo su historia en un rol conjunto, aún le queda mucho por contar, jajaja
La noche no había hecho más que comenzar para ella. El frío golpeaba su rostro mientras se deslizaba en moto por las calles de Caldwell. Había pasado de colocarse el casco, necesitaba con urgencia desprenderse de ese calor que se había hecho dueño de su cuerpo desde hacía horas.
Sentía arder su interior, y sentía como su naturaleza Sharkay reclamaba su propio espacio. Los tatuajes de sus manos al fin se habían fijado a su piel, con su intrínseco dibujo de formas y líneas. No conocía su significado, no entendía los signos, sólo sabía que representaba la pureza de su linaje materno. Aunque… era hermoso a la vista.
Aceleró la Raptor, buscando deshacerse del caos que era su mente; un hervidero de sentimientos; ira, frustración, rabia, dolor… Pero por encima de todos predominaba la venganza. La necesidad primitiva de saciar los instintos insatisfechos.