• Dicen que los sueños expresan en imágenes nuestros anhelos, nuestros deseos... nuestras inquietudes. Siempre has creído que lo que sueñas no es real, ¿estás segur@?
  • Cuando todos duermen, yo sigo despierta... Me gusta la noche… Disfruto con ella. Chicos malos… tened cuidado. ¡Esta zorra anda suelta por la ciudad!
  • El Caribe, cuna de piratas, es un hervidero de actividad. El Lord Arioc, capitaneado por Dagon, surca las aguas de este mar conquistado, indiferente a esas luchas de poder.
  • Valor, coraje y arrojo... Cualidades que definen a Valnelia, una hembra criada en la glymera y nacida para ser una guerrera.
  • Cuando la división entre el mundo humano y el Sheol se reduce a una fina linea entre lo real y lo irreal, un grupo de guerreros se preocupan por mantener el orden.
  • Colección de relatos cortos de diferentes temáticas.

martes, marzo 6

Archivos secretos de la Mansión · El Celo I


 

L
levaba todo el día con una extraña sensación completamente diferente a todo lo que hubiera sentido antes, distinta incluso a los momentos que había pasado hacía unas semanas cuando su  lado Sharkay decidió tomar el control en alguna ocasión.
El malhumor la acompañaba desde muy temprano, aunque eso no era raro teniendo en cuenta el estado de Sheiztler. La preocupación por él parecía haber dado paso a esa creciente irritabilidad que no la abandonaba. Quizás fuera porque había descansado muy poco recostada en uno de los dos sillones que había en su habitación en un intento de no molestar al vampiro o de hacerle daño al moverse sobre la cama.
Miró de nuevo al macho, descansando y recuperándose sobre el lecho que compartían. Estaba tan inmóvil… Se recostó a su lado con cuidado, apoyada sobre un costado, mirándolo. El hipnótico movimiento de subida y bajada de su amplio pecho, cubierto por la sabana, le indicaba que respiraba acompasadamente inducido por sí mismo en un profundo sueño. Suspiró intentando relajarse mientras ponía una mano sobre su pecho y sentía su reconfortante calor.
Había sido gravemente herido durante una de las salidas de la noche anterior. Cuando sintió su debilidad como propia, la punzada que atravesó su corazón, rastreó preocupada su localización y se materializó en el lugar con las dagas ya empuñadas.
El vampiro estaba caído en el suelo sobre un amplio charco de sangre… su sangre. Se sujetaba el abdomen con manos temblorosas, del que brotaba abundante cantidad de flujo vital, robándole las fuerzas y la vida y anunciando con ello la profundidad del corte. Junto a él se encontraba Ian, con la cabeza de su macho sobre las rodillas. Corrió hacia su hellren guardando las armas, empujó a Ian y lo acunó en sus brazos, materializándose con él en la clínica. En seguida, a una orden suya, el equipo médico se puso en funcionamiento.
Apartó los funestos pensamientos que la habían acompañado durante las últimas horas. Khreig le había asegurado que Sheiztler estaba bien, sólo necesitaba descanso para recuperarse, pero verlo así… tan carente de vida. Hacía que se le encogieran las entrañas. No descansaría tranquila hasta que no estuviera en pie de nuevo. La angustia de la noche pasada todavía se aferraba a ella como un jodido recordatorio de lo que podía haber sido un trágico final.
Se levantó de la cama, entró al vestidor y sacó un minúsculo atuendo deportivo; top y shorts negros. Aunque acababa de ducharse por segunda vez, sentía arder su cuerpo, y podría asegurar que su temperatura había aumentado unas decimas, o al menos eso le parecía por el calor que la asfixiaba.
¿Estaría incubando alguna enfermedad?
Nunca se había puesto enferma, por lo que descartaba algún tipo de enfermedad humana, pero ¿podría estar preparándose para alguna enfermedad vampira? ¿Los Sharkays enfermaban? ¿De qué? No tenía ni idea de la respuesta, y conocía muy poco de esa otra naturaleza suya que había decido aparecer. Pero estaba segura que no era normal… ni siquiera había comido casi nada durante el desayuno o la comida a pesar de que Joseph le había dejado una bandeja en la habitación. Y eso sí era raro en ella.
Además, había que añadir el hecho de que se sentía cansada. ¡Cansada! Si no había entrenado todavía, y ni cuando entrenaba se sentía de ese tipo de agotamiento físico. Había intentado recostarse un rato, achacando ese malestar a la falta de sueño, pero no había conseguido conciliarlo; su cuerpo pedía acción por más contradictorio que pudiera ser.
Cogió su bolsa de deportes y metió precipitadamente sus dagas en el interior. Se acercó de nuevo hasta la cama y se sentó en el borde. Extendió una mano para retirar un imaginario mechón de pelo de la frente del vampiro, rozándolo delicadamente. El macho suspiró profundamente, como si hubiera sentido su roce incluso en su sueño.
«Vuelve, Shey, te necesito conmigo.»
Le echó una última mirada y besó sus labios con delicadeza, después salió del dormitorio en silencio; entrenar durante un rato podría calmar su ansiedad. Todavía no era la hora de los entrenamientos, podría disponer de la sala para ella sola durante un rato. No soportaría que alguna de sus hermanas le volviera a preguntar por el estado del macho. Aun dolía… y el recuerdo de lo que podría haber ocurrido... En ese momento más que nunca entendía como se sintió Sheiztler cuando ella se intercambió por Poli después de aquella maldita subasta.
Mientras bajaba las escaleras, la inundó una punzante e intensa onda, haciéndola aferrar con fuerza la barandilla de la escalera hasta que la madera crujió en protesta. Sus sentidos se alteraron, su piel hormigueó como si miles de hormigas la recorrieran lentamente desde dentro. Sus manos comenzaron a mostrar un atisbo de sus tatuajes. Sus poderes parecían palpitar vivos, exigiendo ser liberados.
¿Iba a volver a perder ese control que le había costado recuperar?
Había odiado cada uno de esos momentos en los que así había sido, asustada por el temor de causar daño a alguna de sus hermanas, incluso a Shey, cuando lo atacó en los tatamis hacía tres semanas.
Se tensó de nuevo, marcando algunos de los femeninos músculos que formaban su cuerpo, recordando el momento hacía más de un año en el que aferró a Kira por el cuello bloqueándola contra la pared.
Su malhumor se disparó hasta alcanzar cotas exorbitadas. Se sentía cabreada, y tenía la imperiosa necesidad de patear algo.
¿El saco de boxeo serviría para calmar esa urgente necesidad de golpear?
 
 
dividercroniscas
 

     Espero que os haya gustado, seguiré subiendo las siguientes partes.
     Muchas gracias y muchos besotes.

4 Apasionad@s:

Leila dijo...

WwoowW Val me encantó!!!!!

Lady X dijo...

Está genial guapi!!!
;))

Anónimo dijo...

Lo has dejado en lo mejor... aunque tendré que buscar las partes anteriores para enterarme de que va la cosa jejeje.

Pero lo que sí, escribes realmente bien, la historia engancha y te anima a seguir leyendo.

Val Navás dijo...

Gracias, wapissssssssssssssss, me alegra que os haya gustado, voy a buscar donde lo tengo escrito y a subir otra parte, jijiji

Pd.: Esta es la primera parte, Kelly, forma parte del rol conjunto, pero estas escenas son las que yo escribí en su momento, jejejej.

Besotes, wapasssssssss

:)) ;)) ;;) :D ;) :p :(( :) :( :X =(( :-o :-/ :-* :| 8-} :)] ~x( :-t b-( :-L x( =))