Bajo la luna equivocada · Capítulo 3

Capitulo 3

N

o podía ser, se repetía Ròcher una y otra vez.

Se había quedado con la vista clavada en la pared que tenía enfrente, con la jarra de la que había estado bebiendo pendida en el aire entre la mesa y sus labios. Ni la multitud de pequeños insectos que entraban y salían de entre las varias grietas que la surcaban eran capaces de sacarlo del shock que había sufrido. Su corazón comenzó a latir desbocado, pero la causa de ese latido desenfrenado no era otra que la descarga mágica que recorrió su cuerpo de arriba abajo.

Y aunque no lo creyera posible, aunque ya hubiera perdido cualquier esperanza hacía demasiado tiempo, eso sólo podía significar una cosa; el hechizo se había roto. Su hechizo.

La hija del posadero —que hacía las veces de camarera y, ocasionalmente, calentaba su cama—, se acercó a la mesa y se apoyó sobre una mano en la tabla, aireando el generoso escote que remarcaba su ajustado corpiño. El Sähr[1] no le dedicó ni una sola mirada a tan generosa visión. Su mente había viajado a otro lugar, a otro momento muy atrás en el tiempo. A otra hembra.

Llevaba horas bebiendo, era su particular forma de festejar esa fecha tan señalada en su calendario particular, marcada a fuego por su lamentable error. ¿Qué falló? No tenía ni idea. Aun no había sido capaz de encontrarle explicación. Conocía la ejecución de ese hechizo perfectamente aunque nunca lo hubiera realizado antes. Lo repasó mil veces antes de convocarlo, y lo volvió a repasar después, releyendo una y otra vez su Sährmet[2], buscando en qué podía haberse equivocado.

No halló la respuesta en él.

¿Fue su maldad lo que corrompió el conjuro? ¿Fueron sus oscuros deseos? ¿Su codicia? ¿El beneficio propio que hubiera sacado de él, beneficio prohibido para cualquier Sähr?

Hacía mucho que había dejado de pensar en ello. Sus esperanzas se fueron desvaneciendo poco a poco con cada kilometro que ponía de distancia. Con cada día que pasaba…

Abandonó Dòrwan, huyendo de la ira que seguro Neyman querría descargar sobre él, y esperó… Esperó a que la esencia de Naylhin lo llamara. Que acudiera a él. Entonces viajaría al Otro Lado y la buscaría, estaría con ella, la cuidaría y la consolaría. Y cuando llegara el momento, la haría suya. Para entonces, ya se habría ocupado de desterrar a Neyman de sus recuerdos, de su corazón, de su vida. Pero su esperada llamada no llegó.

La joven camarera lo llamó, sacándolo de sus recuerdos.

—¿Te sirvo otra, cielo? —Una amplia sonrisa adornaba sus labios, se apoyó sobre un codo mientras mantenía la jarra en alto, preparada para servirle y haciendo todo un alarde de seducción.

Ròcher sacudió la cabeza y la miró como si la viera por primera vez, después negó y dejó su jarra sobre la mesa con un golpe seco que sorprendió a la hembra. Empujó el plato del que había estado comiendo y apoyó los codos sobre la mesa, escondiendo el rostro entre las manos, masajeándose las sienes con nerviosismo.

—¿No te ha gustado? ¿Te traigo otro, querido? —insistió la joven, que cambió de postura y se sentó sobre la esquina de la mesa. La abertura lateral de su amplia falda se abrió deliberadamente, de forma premeditada y estudiada, mostrando una pierna larga y bien torneada. El Sähr ni la miró.

—No.

—¿Qué te pasa? —La hembra se levantó de la mesa y se aceró a él con preocupación.

—Dile a tu padre que me prepare la cuenta.

—¿Te… vas? —Ròcher se levantó y se dirigió hacia las escaleras que llevaban a su habitación—. ¿Te vas? —repitió ella, siguiéndolo con la mirada—. Maldito hijo de puta —murmuró ante la evidencia que denotaba su silencio.

 El macho llenó el hueco de la escalera con su considerable altura, subió los escalones de dos en dos, sin detenerse a mirar atrás. Ya nada lo retenía allí. La madera crujió bajo su peso y la fuerza de sus zancadas, amenazando con romperse, pero finalmente la estructura no cedió. Entró en su dormitorio y recogió sus pocas pertenencias. Se había ganando la vida con pequeños trabajos a lo largo de toda la costa de Nyphian, alejado siempre de los centros principales, lo que le había permitido comer y vestir bien. Suficiente para él, hacía demasiado tiempo que había dejado de preocuparse por esos asuntos banales.

Salió de la habitación y pagó al posadero bajo la despechada mirada asesina de su hija. Hacía mucho que no pasaba por Dòrwan, pero algo le decía que había llegado el momento de volver. Necesitaba saber qué había pasado, y sentía que sólo allí obtendría las respuestas.

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[1] Brujo, nacido con cualidades innatas para la magia, concentra mayor poder y facilidad para manejarla que cualquier hechicero por más poderoso que éste sea.

[2] Libro que contiene la sabiduría de todo un linaje Sähr; hechizos adquiridos a lo largo de los años y que pasa de padres a hijos como legado.

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